martes, 19 de junio de 2012

Infinito


La luna no existe. 
La luna es luz. 
La luz es tiempo
Y se derrite mientras camina. 

Las nubes, manecillas invisibles, 
Indispensables motores.

La luna es arte.
La luna es bestia. 
Donde la luna termina, 
La luna empieza. 

La luna no es redonda, 
La luna es cuadrada.
La luna es concepto.
La luna es nada.

Y si la luna es nada, 
También yo lo soy. 

No existimos. 

Somos luz.
Somos sombra.

Somos fantasmas
En un plano distante,
Abandonado. 

La dimensión de lo infinito nos llama. 
Y vamos. 


jueves, 14 de junio de 2012

¿Por qué no se van?


¿Por qué no se van momentos de fragilidad?
¿Por qué no se van y no regresan más?
Problemas, por qué no se van.
Por qué no se alejan y no vuelven más.
Ayuda, ayuda implora el alma agotada del joven hambriento.
No todos tenemos la fuerza necesaria, no todos podemos soportarlo. Ayuda, ayuda todos necesitan... pero él, él no lo sabe. Un ápice de esperanza, su mirada esconde lo poco de esperanza que le queda y si alguien lo viera notaría que dentro de él, todavía está aquel jóven que tanto amó.
¿Por qué no se van, malos momentos?
¿Por qué no toman su propio rumbo?
¿Por qué no dejan en paz a almas cansadas como ésta?
Al fin alguien pasa por aquel recóndito lugar, ¿un alma buena?, ojalá, piensa. Se equivoca,aquel hombre no hace nada por ayudar.

¿Me verá? Ya no lo sé.

Aquella esperanza terminará siendo un recuerdo y nada más. Un recuerdo del más allá... No lo sé.
¿Por qué no se van? ¿Por qué no se van? ¡¿Por qué no se van?!
Después de repetir tanto esa frase, se fue, él se fue, no debería haber sido así, pero fue.
Quince años. Quince años era la edad de aquel jóven de alma vencida y espíritu hambriento que terminó yéndose antes de tiempo. Aquel hombre que pasó y no lo vio era su padre. ¡Cuánto se lamentó aquel día! Mal camino tomó. Ahora, no sabiendo que hacer, solo llora. Llora sin remedio alguno y repite como aquel alma cansada...

¿Por qué no se van?

viernes, 25 de mayo de 2012

El sentido de la vida


La idea llevaba semanas rondando la mente de Lucía. Hacerlo… no hacerlo, estaba claro que ella quería, pero cómo, cuándo, dónde.  No sabía y eso la atormentaba, no comía, no trabajaba, no pensaba en otra cosa, hasta que se decidió. No dormía hacía tres días la noche que supo qué hacer. No desarrolló un plan extraordinario ni nada parecido, solo no aguantó un segundo más, sentía que todo su interior ardía, que la esencia misma de su ser estaba a punto de ser expuesta al mundo entero. La idea le encantaba. 

Lo vio de lejos e inmediatamente supo qué hacer. Había encontrado el sentido de la vida en su máxima expresión. Sabía por fin para qué estaba aquí, para qué había nacido, para qué había sufrido. Empezó a caminar. Vestía de negro, llevaba un saco comprado especialmente para la ocasión. Todo era perfecto, impecable. Parecía salida de una típica serie policial estadounidense. Le encantaba.

Entró al bar y lo buscó con la mirada. Estaba en la barra, esperando.  Pensó por un par de segundos lo que diría y resolvió que como todo lo demás, vendría por sí mismo, al fin y al cabo estaba en ella. Era un don, un maravilloso regalo que no podía desperdiciar (que no iba a desperdiciar). Se sentó a su lado y ordenó un vaso de whisky.

Miren quién está aquí —se burló —¡La doctora! Qué milagro usted por estos lares, tan refinada que se le veía…

Guárdate los comentarios, Javier —dijo levantando el vaso que acababan de servirle —. Y dime Lucía, no doctora, que estamos bien lejos de los tribunales y aparte… no seas conchudo.

—No lo puedo creer, seguías teniendo nombre como nosotros.

—¿Cómo ustedes?

—Los seres humanos—pronunció buscando una sonrisa.

Lucía sonrío y se soltó la cola, se echó el cabello para atrás y luego se lo puso detrás de la oreja. Javier parecía haber entendido bien todas las señales, pero no podía creerlo, era imposible.

—Y bueno, ¿me vas a explicar qué haces aquí conversado conmigo? No era que… ¿cómo decías siempre? ¿Me detestabas? Que fuera de los tribunales no te vería la cara nunca más. ¿Qué pasó? ¿Mis encantos te reconquistaron? Después de mí no has encontrado a otro hombre que te haga sentir mujer, ¿es eso? Ja, ja, ja.

—Un cerdo como siempre, aunque nunca lejos de la realidad —las palabras dolían al salir —. Te mudaste… ¿Tú casa está muy lejos?

—Y tú sigues creyendo que tratas con un idiota. ¿Qué quieres? Que te lleve a casa, que te haga disfrutar una noche, ¿para qué? ¿Para que al día siguiente vayas a una comisaría a decir que te he violado? Por favor, Lucía… Ya lo intentaste una vez.

—Y estaba loca, Javier. Tienes toda la razón, nunca he encontrado a nadie como tú, no me importa lo que pasó antes. Me importa lo que hagamos hoy, en este momento —finalizó parándose y estirando la mano, como rogando que le hiciera caso.

Cuando llegaron a la casa, Javier no dejaba de tocarla, de besarla. Ella no ponía resistencia. Sabía qué hacer y cómo hacerlo, solo esperaba el momento exacto. Empezó a desvestirla, la empujó hacia el mueble y cayó suavemente sobre ella. Lucía le recordó que necesitaría condones y con una sonrisa Javier le dijo que por eso le gustaba, que siempre pensaba en todo y  entró al cuarto a sacar unos.  Era el momento perfecto, Lucía se estiró y sacó algo de su bolso, lo escondió bajo un cojín y se sentó a esperar.

Recordó todo lo que había sufrido por culpa de él, todo lo que pasó, las humillaciones, recordó todo lo que había perdido y estaba más decidida que nunca, pero cuando Javier llegó, pareció olvidarlo todo. Se echó sobre ella y empezó a besarle el cuello, como alguna vez lo había hecho, empezó a tocarla y así como había recordado las cosas malas, recordó lo bueno. Era solo bueno para una cosa y era esa, sexo. Su mente luchaba con su cuerpo, debía hacerlo. La misión era una y esta era la peor distracción.
***
Me odiaba a mí misma, no concebía sentir placer gracias a ese monstruo, me odiaba, me odiaba, me odiaba. Y lo hice. Estiré la mano hasta alcanzar lo que había escondido debajo del cojín y lo hice. Era todo un desastre, un remolino de acontecimientos, no tenía sentido y a la vez lo tenía, era todo malo y a la vez placentero. Había llegado a un punto de no retorno. No me detenía, no podía hacerlo. ¡Vamos! ¡Había encontrado el sentido de la vida en su máxima expresión!  ¡No podía detenerme!

—Lo hice.

—¿Lucía?

—Lucas, lo hice.

—Qué buena historia, Lucía, deberías haberte dedicado a eso...

—¿Historia? Ja, ja, ja. Ay, Lucas, para psicólogo eres un poco lento. ¡LO HI-CE!

—Tú lo… —la expresión en la cara de Lucas cambió drásticamente —. Lo…

—Lo qué, Lucas, lo qué. Anda, ¡dilo! ¿Que si lo maté? Ja, ja, ja. ¡Claro que lo maté! Ja, ja. ¡Ese hijo de puta tenía que pagar por lo que hizo!

Lucía seguía hablando, seguía insultando, seguía haciendo lo que “la verdadera” Lucía no haría y la ira de Lucas iba en aumento. Soy solo un psicólogo, se había repetido mil y un veces, solo eso, pero no podía evitarlo. La deseaba. La amaba como era y no podía perdonarle haberlo sacado de la ecuación. Se había ofrecido de mil y un maneras a ayudar, pero ella no le hacía caso. Hubiera preferido que lo mate a él antes que a ese. ¡Qué cólera sentía!

—No me importaba cuánta sangre salía, no interesaba ensuciarme. Ja, ja, ja, tendrías que haber visto al imbécil, no paraba de rogar que pare, que pare. ¡ÉL NUNCA PARÓ CUANDO SE LO PEDÍ, LUCAS! ¡NUNCA! Tenía su vida en mis manos, pude salvarlo, pude…

—¡Cállate! ¡Deja ya de hablar! —gritó enfurecido, acercándose violentamente, con un pisa papeles de metal en mano­ —. ¿Qué no ves que pude ayudar? ¿Que te amo? ¿Que mientras perdías el tiempo con ese imbécil yo te estaba esperando? ¿Qué, no te das cuenta que el que moría por ti era yo? ¿Que no necesitabas matarlo, que ya lo habías hecho conmigo? —balbuceaba mientras la golpeaba —¿QUE LA QUE QUERÍA MORIR ERAS TÚ?

domingo, 6 de mayo de 2012

No sé

Tú, infame sentimiento, vil escarnecedor y detractor de mis sueños.
En un abismo sin fin me encuentro a tu lado, no sé qué decir. 

El cielo nublado anuncia tu llegada, mas haciendo caso omiso a tan alturada advertencia, solo duermo. 

¿Qué más, pues, me queda por hacer que pedirle al Señor en las alturas que perdone esta atroz decisión? 

Tal vez, solo tal vez es hora de que me dejes sola, de que cojas tus valijas y te embarques en un viaje sin retorno hacia el infinito. 

No deseo más tu compañía... intolerable al sentir, dañina al vivir.

Está de más decir que en este abismo sin fin no hay lugar para nadie más... para nadie más que para ti.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Adiós

Ya no se cruzarán tus ojos y los míos, nuestros labios no se juntarán ya más. No importa dónde vaya, siempre llevaré tu mirada, no importa dónde vaya, sé que siempre recordaré el sabor de tus labios. 
Fui tuya... el amor pasó y dejó heridas. Fuiste mío. Ahora me voy, y aunque no sé a dónde... mi corazón te dice adiós. Solo te dice adiós. 

martes, 6 de marzo de 2012

A papá

Muchas lunas han pasado ya. El sol, brillante como es, me ha visto crecer. Los cielos, contemplando cada paso de los dos, se han esmerado en hacerme ver que te quiero más de lo que puedo imaginar, que te extraño más de lo que puedo soportar. Mi utopía es verte todos los días. Como todo sueño, no puedo dejarlo pues arrastra la esperanza, mi esperanza de poder abrazarte y decirte cuánto te amo. Quiero poder regresar en el tiempo y que me puedas ver crecer, crecer no como lo viste alguna vez de lejos. Quiero poder volver atrás y recordarnos juntos como alguna vez lo estuvimos... felices. Aunque parezca tonto miro una foto y regreso al sentimiento de alegría, de amor, de... perdón. No quiero que me bajes una estrella, nunca lo quise. No quiero que me des absolutamente todo lo que quiero, es ridículo pedirlo. No quiero que seas perfecto, es imposible, nadie lo es. Solo quiero que seas tú, solo te quiero abrazar, solo quiero uno de tus abrazos y un beso en la frente... solo quiero que me quieras como quiero ser frente a ti, una niña que por superhéroe, tiene aún a su papá.


Hoy, que en realidad no fue hoy. Pero me siento así. Así que imaginen que es hoy.


Hoy salí a caminar sola. Hoy me senté a ver el mar. Hoy olí una flor. Hoy arranqué un poco de pasto y lo sostuve en mi mano por unos segundos. Hoy aspiré hondo y boté despacio el aire, hoy me di cuenta de que en Lima uno no puede hacer eso debido a que el aire no es tan puro como uno espera que lo sea, pero ese es otro tema. Hoy me di cuenta de que si el sol sale, sale para todos (al menos que vivas en el malecón en donde, en verdad, lo único que verás es neblina, pero bueno… suelo irme por la tangente). Hoy reí de la nada, hoy reí por todo. Hoy escuché más de lo que hablé y me di cuenta de que a veces es mejor. Hoy me senté a escribir después de mucho tiempo. Hoy descubrí que aún puedo hacerlo. Me alegré, de hecho a este punto debo admitir que hasta he pegado un saltito. Hoy entendí que las cosas no siempre salen como uno quiere, pero que al final… termina siendo mejor. Hoy recordé que si bien es cierto, no tengo 1 millón de amigos (y tampoco querría tenerlos, a diferencia de Roberto Carlos y a no ser que cada uno me dé un dólar…) los que tengo son absolutamente todo. Hoy me di cuenta de que aunque no son muchos, Dios sí los puso aquí. Hoy me di cuenta de que son el mejor regalo, de que son la familia que uno elige (no que mi familia no sea buena ni nada por el estilo). Hoy quiero abrazarlos y decirles cuánto los amo. Hoy sé que nadie es perfecto y es ridículo pretenderlo. Sé que hoy puede no ser tu mejor día, sé que hoy puede que no te haya ido muy bien, pero recuerda que no eres el único y a lo Bob:  "when you're worried, call me, i'll make you happy".
Hoy decidí nunca dejar de lado mis sueños. Hoy me di cuenta de que la universidad sí es para mí y canté Pa - o - lo ArbuLÚ (8) 3 horas.  Hoy me di cuenta de que en un mundo de amor se vive bien, se vive en paz. Hoy sé que al final el que te guía es el corazón. Hoy fue un día estupendo. Hoy me di cuenta de muchas cosas y puede que mañana no sea un día tan bueno como el de hoy… pero sé que no me importa. Hoy… hoy decidí no pensar con el hígado, dicen por ahí que hace mal…