Y se alzó la voz, la poderosa voz de aquel que clamaba sin cesar, que pedía, sin aparente cansancio, que se le devolviera lo que alguna vez le había sido quitado, lo que alguna vez, lejano pasado... le había pertenecido. La ya antes escuchada petición, negada una vez... fue desechada. No querían saber más de aquella alma agotada, de aquel espíritu abatido que ayuda era lo único que pedía, que ayuda era lo único que necesitaba. ¡¿Por qué no se van?! Gritaba a viva voz... ¡¿Por qué no encuentran su propio camino?! Susurraba de vez en vez. Perdía la noción del tiempo, cruel para él siempre sería la descripción de aquel inmisericorde pasar de los días sin que sus súplicas sean respondidas.
Cual sol al alma agotada dolían los recuerdos, recuerdos que como poderosos látigos azotaban su mente. Las heridas, que en carne viva permanecían, parecían no sanar nunca, lo que hacía aún peor la agonía... el no saber a donde iba a parar después de tanto sufrimiento... que por cierto, había venido de la mano con la decisión de tomar el camino equivocado. No me iré sin respuesta había dicho alguna vez... ineludible sentimiento el que se desprendía de su ahora triste corazón. Las cosas no siempre habían sido así, eso era lo peor solía pensar, el haber tenido otra realidad y no haberla sabido aprovechar, el haber tenido más sueños que una simple respuesta y no haberlos seguido, el recuerdo de haber amado... odiaba como eso último lo hacía sentir, lo peor no era pasar por todo este dolor... lo peor era tener que enfrentarlo sin nadie a su lado. La soledad carcomía poco a poco lo que de su alma quedaba.
Apoyó su rostro en la pared, era un día caluroso, el sol pegaba como nunca antes lo había hecho, poco a poco se fue deslizando hasta tocar el piso, en cuestión de segundos sus ojos se cerraron y por algún tiempo pudo olvidar... o al menos eso pensaba...